Los Beneficios Ocultos de los Estímulos Fiscales: Más Allá de la Recaudación

En el universo de las obligaciones tributarias, donde la recaudación y el cumplimiento de deberes parecen ser actos inamovibles regidos por la letra estricta de la ley, existe un oasis de oportunidades poco explorado: los estímulos fiscales. Estas herramientas normativas, a menudo malinterpretadas o ignoradas, tienen el poder no solo de aliviar la carga fiscal de los contribuyentes, sino también de fomentar prácticas empresariales socialmente responsables.

C.P. CESAR DIAZ BARCENAS

12/4/20232 min leer

Un estímulo fiscal, en su esencia, es una política diseñada para inducir comportamientos específicos en los contribuyentes a cambio de beneficios tributarios. Como un director de orquesta que guía sutilmente a sus músicos, el Estado utiliza estos estímulos para dirigir la conducta económica hacia objetivos más amplios, que van más allá de la mera recaudación.

Un ejemplo destacado de esto es el estímulo fiscal contemplado en el artículo 186 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta en México, relacionado con la contratación de adultos mayores y personas con discapacidades. Este estímulo permite a los empleadores deducir un 25% del salario pagado a estos trabajadores de sus ingresos acumulables para efectos del impuesto sobre la renta. Esta medida no solo reduce la carga fiscal de los empleadores, sino que también promueve la inclusión laboral y la igualdad de oportunidades, abriendo puertas a sectores de la población frecuentemente marginados.

Para acceder a estos beneficios, los empleadores deben cumplir ciertos requisitos, como inscribir a estos trabajadores en el Instituto Mexicano del Seguro Social y cumplir con las obligaciones relacionadas con el seguro de retiro, entre otros. Estas condiciones aseguran que el beneficio fiscal vaya de la mano con la responsabilidad social y el respeto a los derechos laborales.

Lo que realmente hace significativos a estos estímulos fiscales es su doble impacto: por un lado, proporcionan un alivio económico tangible a las empresas, y por otro, contribuyen a la construcción de una sociedad más inclusiva y justa. Al aprovechar estos incentivos, las empresas no solo mejoran su situación financiera, sino que también desempeñan un papel activo en la mejora de la calidad de vida de grupos vulnerables, demostrando que la fiscalidad y la responsabilidad social pueden y deben ir de la mano.

En conclusión, los estímulos fiscales como los descritos en el artículo 186 representan una fusión única de beneficios económicos y sociales. Alentando a las empresas a adoptar prácticas inclusivas, estos estímulos no solo disminuyen la carga fiscal, sino que también fomentan un cambio positivo en la sociedad. Son, en esencia, una demostración de cómo la política fiscal puede ser una herramienta poderosa para el bien social, y un recordatorio de que detrás de cada cifra y cada ley, hay oportunidades para construir un mundo mejor.